Y llegamos al final del viaje, después de los últimos dos días en Marrakech, aún quedan otros dos en los que el sol ha decidido acompañarnos a ratos. En la Plaza Jamaa el Fna va volviendo la normalidad. Miles de curiosos se juntan con la policia científica, políticos y autoridades varias. Se vuelven a montar los puestos de comida y todo está listo para retomar las tardes y las noches.
Nuestro camino varía hacia otros lugares y en el camino, los mercados que abastecen a los habitantes de la ciudad, muy alejados del «Está bien amigo, sólo mirar», aquí la vida discurre mucho más tranquila, una bolsa con 3 patatas una cebolla y un tomate para el Tajine de hoy.
La sombra del cañizo respeta las verduras y las frutas que brillan, naturales y sabrosas, recien traídas de las huertas de los alrededores.
A través de la Mellah (barrio Judío) y hasta el Palacio de Bahía, donde el ritmo del día e incluso del tiempo poco importa. Aquí se crean retratos espectaculares y atemporales, con excesos de color que siempre relajan.
El sol esta mañana ha decidido salir con fuerza, en el jardín las luces y las sombras dan pequeños respiros. Los colores cada día, y como en los 10 anteriores, un placer!
No he estado en la Alhambra, pero imagino que de estos palacios vino la idea, la de recrear en Al-Andalus un espacio en el que sentirse cómodos y pasear al fresco, con el murmullo del agua siempre presente.
Al salir, se había incorporado un nuevo actor a la escena, por supuesto, un felino! Que descansaba dormitando en la chapa caliente del viejo Mercedes.
Cambiando el rumbo, en Marrakech yo tenía una tarea pendiente, hace unos meses me pidieron una ilustración para un relato para Deletrea-me sobre Marrakech y en concreto sobre el Jardín Majorelle. En su momento me lo imaginé, gracias al relato de Laura Casielles y a un par de imágenes que tenía. Estaba obligada ahora, dadas las circunstancias a hacer la comparativa. Rumbo al Jardín Majorelle!
El jadín fue diseñado por el artista expatriado francés Jacques Majorelle en 1924, durante el periodo colonial en el cual Marruecos estuvo administrado por Francia.
En 1980 Yves Saint-Laurent y su amigo Pierre Bergé fundan la «Association pour la Sauvegarde et le Rayonnement du Jardin Majorelle», readquieren el chalet taller y el jardín que hacen restaurar y desarrollar en el espíritu del autor del lugar incrementando el número de especies vegetales del jardín de 135 a más de 300. Conservan la parte de vivienda para su uso privado y transforman el taller en Museo de arte islámico de Marrakech abierto al turismo o exponen su colección personal de objetos de arte Islámico del Magreb, Oriente Medio, de África y Asia: Joyas, armas, textiles, alfombra, revestimientos de madera, Alfarería, cerámicas Arabescos, telas y dibujos del artista…
Actualmente, el jardín está cuidado por 20 jardineros.
El jardín alberga especies vegetales de los cinco continentes destacando su colección de cactus y de Bougainvillea.
El jardín da cobijo a más de 15 especies de pájaros, que se pueden encontrar solamente en el área del Norte de África.
Además, algunas tortugas se dan baños de sol en los estanques de nenúfares.
El azul es el color dominante, los contrastes, las puertas…
En una extraña mezcla entre Oriente y Occidente, con trocitos de Asia bajo el agua en forma de Koi.
Y al fín, las imágenes mentales que yo me traía ya de casa, mucho más espectacular en vivo!
Paseando en las luces y sombras de un rincón muy especial de Marrakech.
Ahora que ya he comprobado la realidad, os dejo de nuevo la ilustración previa, no estaba tan desencaminada! Qué cosas curiosas tiene la imaginación!
El resto del día lo pasamos deambulando hacia el norte…otros lugares mucho más tranquilos y alejados del bullicio de los zocos turísticos y la plaza.
En alguna parte encontramos la zona de los curtidores, que teñian cuero para hacer sandalias, dejando que el sol se encargase de secar y dar brillo.
Y en el laberinto que es esta ciudad, nos perdimos un par de veces, al doblar la esquina, nos encontramos algunos de los habituales, indicándonos que por aquí no se puede seguir!
En la calle unos niños jugaban al futbol, hablando con uno de ellos, al final decidió ayudarnos a salir a una de las calles lejos del laberinto. Curiosa camiseta.
Y luego, un par de últimas compras, y mis ojos no pueden retratar más pelo y más bigote felino, siesteando en cualquier esquina, esto si que es un Nekonabe en toda regla!
Para mí, una de las imágenes más relevantes de Marrakech. Esta será la ciudad de los zocos, pero también la de los gatos.!
En cualquier esquina y en cualquier lugar, este sueño felino siempre aporta sonrisa y relajación, una mirada diferente sobre un país que conocemos poco, en mi opinión, a pesar de los cientos de vínculos que tenemos y siempre hemos tenido con ellos.
Finalmente, pequeño descanso, con la intención de asistir desde la azotea del Riad a la llamada al rezo de las 8 y cuarto.
En Marrakech, como en tantas ciudades grandes del mundo musulmán, la llamada al rezo proviene en primer lugar de una mezquita y luego, a través de la distancia, de otra y luego de otra, hasta que la ciudad entera parece lanzar un grito a Dios, Al·lâhu Akbar, Dios es Más Grande.
Aquellos que no son musulmanes deben de preguntarse qué significará todo ese ruido. Expresado en árabe, las palabras exactas del Adhân son éstas:
Dios es Más Grande, Dios es Más Grande,
Dios es Más Grande, Dios es Más Grande.
Atestiguo que no hay más dios que Al∙lâh
Atestiguo que no hay más dios que Al∙lâh.
Atestiguo que Mohammad es el Mensajero de Al∙lâh.
Atestiguo que Mohammad es el Mensajero de Al∙lâh.
Venid de prisa al rezo. Venid de prisa al rezo.
Venid de prisa a la prosperidad. Venid de prisa a la properidad.
Dios es Más Grande. Dios es Más Grande.
No hay más dios que Al∙lâh.
Era así:
Como si se tratara de un toque de queda que incita a los ciudadanos a apresurarse y a tomar refugio, el Adhân insta a todos los musulmanes, a toda la Humanidad, a pensar en Dios, a dejar todo lo demás a un lado a favor de Él, a apresurarse al rezo y a resguardarse de las tareas de la vida bajo un Dios.
Y luego la noche que lo envuelve todo, última visita a la plaza, una escapada a un tahilandés escondido, últimos pasteles y último té. Pena de irse, pena de los olores y los colores, las luces y las sombras, la increible cantidad de matices. La atenuada velocidad del tiempo, las horas lentos, los dorados, los ocres y el color del adobe.
Se que volveré a Marruecos pronto, me ha gustado mucho y me ha ayudado a comprender muchas cosas, me ha gustado el Atlas y el Atlántico y cada rincón en los que la vida no se disculpa, simplemente sucede, de forma sencilla y natural…como pasaría en cualquier parte sin tanta intervención «Welfare State». LA frontera Norte-Sur en vivo, y nuestras sugerencias para ellos son válidas en la medida en que son necesarias, y las de ellos hacia nosotros requieren de la tranquilidad necesaria, en ocasiones, para escuchar el viento.
Un buen viaje, un lugar a conocer y por el que caminar más veces.
Agradecida. Volveré a Marruecos! Inshalá!!!
2 Comments
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Que de plantas bonitas, de colores…la verdad es que si de hacer jardines entre agua que fluye se trata tienen un don especial.
La foto del burro…je, preciosa ^_^.