¿Sabíais que los Pingüinos no pueden nadar hacia atrás?…Yo tampoco lo sabía hasta que llegué aquí.
Este sin duda ha sido uno de los momentos más emocionantes del viaje, era un deseo, en parte mío, en parte de mi «hermana Kena», cuando ya hace tantos años me dijo que ella lo que quería era vivir cerca de los pingüinos Emperador (y de otros también bueno). Cosas de la vida, el día que fui con ella en Chiloé a las Pingüineras no nos pudimos acercar mucho porque había temporal.
En Ushuaia se organizan muchas excursiones en plan dominguero, te suben en una especie de ferry pequeño y te dan un paseo de 5 horas hasta la isla en la que están, los ves desde el barco mientras te peleas con algún brasileño con trípode gigantesco y tele aún más gigantesco, mientras suena a todo trapo Maná en los altavoces del sarao.
Pero hay otras opciones, o al menos, hay otra opción. Menos conocida, eso sí. Más cara, eso también, pero infinitamente más positiva.
Tengo la enorme suerte de convivir con un Geek, algo freak a ratos, pero que conoce mis deseos y muy a menudo busca las maneras. Bien. Ka encontró una pequeña empresita que hace una excursión a la Estancia Harberton.
La Estancia Harberton es la más antigua en el sector argentino de Tierra del Fuego. Su fundador, Thomas Bridges, era un huérfano encontrado sobre un puente en Inglaterra, que luego fue adoptado por un misionero Anglicano, el Rev. G. P. Despard. En 1856, a los 13 años de edad, fue llevado con su familia adoptiva a la Isla Keppel (Vigía) en las Islas Malvinas, donde se estaba instalando una misión. Allí, aprendió el idioma Yahgán, la lengua de los canoeros Yámana del sur de Tierra del Fuego.
Hoy, la estancia pertenece a los nietos de Will y Lucas, hijos de Thomas Bridges. Su administrador, Thomas D. Goodall, es cuarta generación (bisnieto) del fundador y vive en la estancia con su familia (miembros de la quinta y sexta generación), en la casa original construida en 1887.
La estancia abarca aproximadamente 20.000 hectáreas de montañas, bosques, lagos e islas. En 2009, Yécapasela tiene una colonia de 3.000 parejas reproductivas del pingüino magallánico (Spheniscus magellanicus), 13 parejas de pingüino papúa (Pygoscelis papua) y 155 parejas de cormoranes roqueros (Phalacrocorax magellanicus), que anidan en los acantilados hacia el sur.
Debido a un acuerdo entre la estancia, el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) de Ushuaia y el Gobierno de Tierra del Fuego, cada día se permite el descenso en la isla de 40 personas en cuatro grupos para realizar caminatas con los pingüinos, como parte de un estudio de imanto del turismo sobre estas aves. Por razones de seguridad, esto únicamente se permite con un guía especializado, en un sendero delimitado y bajo normas especificas, que contribuyen a la satisfacción tanto de los visitantes como de los pingüinos. Se observan principalmente los pingüinos magallánicos; los pingüinos papúa son más sensibles, por lo cual sólo es posible avistarlos en la distancia.
La empresa concesionaria es la agencia Pira Tour. Los viajes se realizan únicamente desde la estancia, con una duración de una hora y media aproximadamente (15 minutos de navegación, ida). La excursión se puede contratar desde la estancia o bien tomando el bus de Pira Tour en Ushuaia, pero es necesario realizar una reserva con antelación (www.piratour.com.ar), debido al cupo limitado.
Nosotros tuvimos de nuevo la enorme suerte, de que el día que decidimos ir, dejaban entrar a menos personal, y únicamente entramos 8 personas.
No os voy a decir nada más, como muestra un botón, y este es un botón con mi sonrisa!
A la isla nos llevó Lucas, descendiente de Bridges que nos comentó un poco el funcionamiento de la estancia. Isla Martillo en Enero, que es cuando la visitamos está a pleno rendimiento, las crias de Magallánico han nacido hace apenas un mes y aún están en los nidos junto a sus mamás, cambiando el plumaje poco a poco. En la playa, nada más llegar te encuentras con miles de pingüinos de Magallanes, al sol o al viento, para ellos ahora mismo, hace mucho calor!
Pero lo realmente curioso es que 14 parejas de Pingüinos Papúa, que sólo habitan en la Antártida y que decidieron venirse también a anidar. Aquí los teníamos, en un momento de toma de decisiones al más estilo Sicciliani.
Las crias disfrutan del sol y con enorme curiosidad te observan, primero con este ojo y luego con el otro.
Caminar entre pingüinos no es peligroso siempre que se guarden unas normas básicas, la primera de ellas es respetar en todo momento su espacio. Para no interferir en el mismo, en la isla los senderos están señalizados con pequeñas piedritas, hay que intentar no salirse del camino, no molestarles, no hablar alto, no acercarse demasiado, a no ser que sean ellos los que se acerquen. Normalmente no atacan, pero si deciden hacerlo la verdad es que es bastante sencillo darse cuenta y poner remedio a la situación ya que los pingüinos no tienen visión periférica, con lo que para ver algo que está justo delante de ellos, primero miran con un ojo y luego con el otro. Asi es que, si ves a un pingüino ladear la cabeza de forma constante no es que trate de hacer ningún tipo de ritual de saludo, no, es que está calculando exactamente dónde estás para propinarte un buen picotazo. La solución es bien sencilla, nos movemos medio metro hacia un lado y el pobre tendrá que calcular de nuevo al trayectoria del picotazo.
Sin embargo a este pequeñín no le molestaba en absoluto mi presencia sentada al borde del sendero, al contrario, vino caminando despacito y se quedó a mi lado tomando el sol.
Mientras, unos metros más arriba, el consejo Sicciliani había tomando ya una decisión, «Aprovechar el sol del día y disolverse», quizás en otra ocasión pondremos orden a esta comuna…
El pingüino Papua (Pygosceles Papua) mide entre 71 a 75 cm. y pesa unos 6 kilogramos. Tiene pecho blanco y cabeza negra con una franja blanca que parte de los ojos hacia atrás. El pico es anaranjado y sus patas rosáceas. Machos y hembras son monomórficos y difíciles de diferenciar.Construyen los nidos con piedras en pequeñas colinas, en las que se congregan varias docenas o unos pocos cientos de pingüinos. Ponen dos huevos a principios de primavera, e incuban y cuidan de los polluelos durante todo el verano. Para principios de otoño las crías ya realizan prácticamente vida independiente.
En este momento, algunos aún tenían algún huevo, pero la mayoría ya estaba rodeado por su prole.
Pero no todo es felicidad en Isla Martillo. También habitan (O al menos pasan grandes temporadas) los Skúas, el mayor depredador de los pingüinos. Se caracterizan por su gran tamaño y agresividad. Como todos los págalos, es un ave predadora y oportunista.
Los Pingüinitos aún no saben lo que es lidiar contra los Skúas, sin embargo han aprendido a agruparse cuando mamí tiene que irse al agua a pescar o a darse un remojón para poder aguantar mejor el calor (Os he dicho ya que para ellos los 8º que teníamos es clima tropical?… 🙂 )
La isla está completamente horadada con los nidos de los pingüinos. Éstos forman parejas monógamas y por lo general suelen anidar en el mismo nido primavera tras primavera.
Cuando un pingüino nace posee un plumaje que se denomina “plumón” y que permanece durante los 2 o 3 primeros meses de vida. Este plumaje se les cae y se renueva para que las crías puedan acceder al mar por primera vez. A estos dos aún les queda más de un mes.
La vida ahora es bien sencilla, mientras sus padres descansan y pescan para alimentarlos, ellos duermen, les van quitando el plumón, los miman y les van enseñado cositas sencillas mediante el juego.
Pero las mamás son muy abnegadas y los dejan bien guapos. Ellas saben que el tiempo corre y que en un mes comenzará el otoño, sus pequeños tiene que estar preparados para entonces, aún deben aprender a nadar, a pescar y a reconocer a la comunidad como parte de su gran familia, a la que regresarán la próxima primavera para buscar pareja y anidar.
En fin, que no sólo es recomendable, si no que es una buena práctica de observación y aprendizaje. En la estancia además, se ubica el Centro Austral de Investigaciones Científicas, donde se realizan laboras de estudios y control del clima y trabajos relacionados con la biología marina, muy muy interesantes. Con tu entrada contriubuyes a la conservación de Isla Martillo y a que continuen las investigaciones y las actividades necesarias para la protección de estas aves.
Otro de mis deseos cumplidos. A veces, va a ser verdad eso de que el universo conspira para que cumplamos con nuestros deseos más íntimos y honestos!
Al finalizar la caminata con los Pingüinos (yo no me quería ir, jeje) me encontré con esta escena, más propia de una teleserie familiar que de estas aves australes. Pero curiosa, al fin y al cabo, si es que, en el fondo, cuando nos quitan las palabras, somos todos bastante parecidos! Y qué bueno es eso!
«Nuestro puerto, dada su ubicación, estaba siempre bien protegido por las tierras que se levantaban detrás de él hacia el nordeste; la nueva casa recibía el sol en verano hasta bien entrada la tarde, cuando las pesadas sombras de la colina protectora del fondo invadían el lugar. La luz crepuscular lucia sus últimos destellos en las colinas y en los bosques de los alrededores del puerto. Era la hora en que mis padres tomados del brazo, daban su paseo vespertino hasta que caía la noche y el aire se tornaba frío; luego, al reflejarse las colinas en las oscuras aguas tranquilas, el paisaje adquiría un plácido encanto, tan especial, que no encuentro palabras para describirlo.»
E. Lucas Bridges, 2000. El Último Confín de la Tierra. Ed. Sudamericana, Buenos Aires. p. 142.
1 Comment
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: No hay resumen disponible para esta anotación…