Mayo 2007 – Día 2.
Destino: Nikkō (日光市, Nikkō-shi, literalmente ‘luz del sol’), se encuentra en las montañas de la Prefectura de Tochigi, en la la región de Kantō.
Después de pasar nuestra primera noche en Japón, en la que las horas de sueño fueron algo más que un simple descanso, abrimos los ojos a eso de las 6:30 de la mañana, dispuestos a alejarnos de Tokyo sin ni siquiera haberlo conocido.
Una actitud un tanto arrogante hacia la metrópolis, y un acto que dignificaba lo que queríamos que fuese nuestro viaje. «Rumbo al monte».
Preparamos las mochilas con lo básico para el próximo mes, dejamos el baúl, con lo que al llegar nos resultó sobrante, despedidas y con la carga en la espalda bajamos a la estación en busca de nuestro primer Shinkansen….
Emoción…
Sabíamos más bien poco, Nikko estaba a unos 140 km de Tokyo, podíamos ir en Shinkansen hasta Utsonomiya y desde allí un viaje en un tren regional hasta Nikko.
Desde el tren, primeros arrozales, primeros bosques, primeras miradas de admiración…pocos días te despiertas con el alma tan tan enorme….
Nikko es un pueblo pequeño, sorprende que estando tan cerca de Tokyo tenga un paisaje tan diferente, como un trocito de cielo guardado en una caja secreta.
Al llegar dimos vueltas y vueltas, nuestro mapa en Japonés nos ayudaba más bien poco, preguntábamos con buenos modales, hasta que unas señoras muy generosas nos indicaron que nuestro alojamiento estaba en la montaña y no en el pueblo…entonces, más o menos sabiendo cuál era la dirección nos dispusimos a cruzar el río y cuesta arriba atajos de bosque para encontrar un remanso cerca de un aserradero (eso aparecía en el mapa)…primeros recuerdos de cosas que no recordábamos.
Eran unos de esos momentos en los que dices, «hace dos días estaba en casa, hoy busco un camino en mitad de un bosque en Japón para llegar a una casa torre de la que poco sé»… seguimos buscando…y encontramos detalles que regalaban historias…
De camino a nuestro descanso, momentos de confusión, y sin querer nos metimos en la huerta de una anciana, que a pesar de la sorpresa trató de ayudarnos a que siguiéramos camino (y saliésemos de su huerto), previa escueta conversación con ella (En la que enlacé más de dos de mis primigenias frases en japonés de forma más o menos coherente) retomamos camino, esta vez si, en la dirección correcta.
Después del merecido tiempo de descanso, mochilas de nuevo, estamos cerca…otra cuesta y ya hay un camino, a lo lejos veo una torre, y creo que ese es nuestro lugar!! El muy confortable Nikko Park Lodge!
Al llegar nos recibe un chico que parece haber salido directamente de una clase Zen (Luego supimos que efectivamente, había meditación temprano por las mañanas), sonríe y se va…seguimos y la casa nos sorprende de nuevo, en la entrada hay un pequeño comedor y una chimenea, el dueño nos recibe con sonrisa, nos explica, nos da mapas que él mismo ha dibujado…
Necesitamos descansar un poco y pedimos las llaves de la habitación… que curioso!, si una ya creía que sus deseos y pueriles imaginaciones estaban aflorando al llegar a Japón, los guiños de complicidad iban llegando como regalines a raudales… Cada habitación tenia un nombre de animal y…como no!…nos ha tocado la habitación neko (gato)…
La habitación era muy silenciosa, en la casa todo era paz y silencio, nos duchamos y bajamos pensando en que tendríamos que comer algo antes de perdernos entre los templos de la montaña.
Charlamos un rato con el dueño de la casa, que nos indicó un atajo rápido para bajar al pueblo, el atajo consistía nada menos que en un tobogán gigantesco que estaba colocado en la colina que bajaba hacia el río, pues nada, paseo en tobogán hasta la parte baja del pueblo, la verdad es que si que se atajaba…. y fue muy divertido este nuevo método de transporte!!
No se si se aprecia bien la inclinación y la distancia, pues el super tobogán era bastante largo…
Como véis es bastante utilizado, ahí un señor mayor bajando al pueblo a comprar tofú!
Una vez abajo, cruzamos el rio y nos encontramos con la primera belleza…
El puente Shinkyo (神橋, shinkyō) fue construido para poder ingresar al mausoleo del primer shōgun Tokugawa, cruzando el río Daiya. Los registros dicen que el puente ya existía en 1636, aunque la fecha exacta de su construcción no se ha precisado. Tiene una longitud de 28 metros de largo, y fue construido en el sitio donde tuvo lugar el legendario cruce del río por Shodo Shonin. Una inundación destruyó el puente original en 1902; el actual es una reconstrucción de 1907, y está vedado el tránsito por el mismo. Pertenece al santuario Futarasan-jinja.
El agua del Daiya bajaba limpia y con fuerza, como en una voluntad de pureza inalterable.
Regresamos al mundo de los mortales cuando recordamos lo de que era mejor comer…buscando, buscando encontramos una estrella….
El sitio se llama Hippari Dako, antes de llegar al puente desde el pueblo.
La especialidades son el yakitoi y los yaki-udon, debo decir que en todo el viaje no volvimos a probar un yakitori tan bueno. El lugar es curioso, lo regenta una señora mayor (unos 70 años) que sonríe mucho y acostumbra a ver como todos también la sonreimos después de probar su magnífica comida…y bebida!
El local está repleto de notas que han ido dejando los viajeros, lees muchas cosas en todo el mundo se muestra tan feliz.! A su manera, este lugar también es un templo, en el que se concentran los deseos y la buena energía de la gente que vamos llegando.
Repito; las Yakitori y el Yaki-udon son buenísimas!!!
Al acabar de comer y tras otra invitación a una especie de licor dulce, la señora me corrige algunos fallos gramaticales y fonéticos entre risas y muy buen humor…
Salimos dispuestos a cruzar ese puente y llegar hasta la parte de arriba del bosque…
El primer templo en Nikkō, llamado Shihonryu-ji, fue fundado por el sacerdote budista Shodo Shonin (勝道上人, Shōdō shōnin?) en el año 766. De acuerdo a la leyenda, Shodo Shonin llegó a Nikkō tras cruzar el río Daiya sobre el lomo de dos serpientes, enviadas por el dios Jinjaou, que se transformaron en el puente. Alrededor de Shihonryu-ji florecieron los asentamientos humanos y otros templos budistas y sintoístas. Shihonryu-ji cambió de nombre a Rinno-ji cuando se convirtió en un templo de la secta budista Tendai en el siglo XVII.
Durante los siguientes nueve siglos, Nikkō creció como un centro espiritual, hasta que el shōgun Tokugawa Ieyasu lo escogió como el lugar ideal para levantar su propio mausoleo. El mausoleo, llamado Tōshōgū, fue construido por su nieto, Tokugawa Iemitsu, en 1634. Tokugawa Iemitsu construyó el mausoleo con el máximo de esplendor que le fue posible, pues su intención era utilizarlo como una forma de reflejar la grandeza y el poderío del clan Tokugawa, y así impresionar a sus rivales.
Tokugawa Iemitsu tiene su mausoleo propio, llamado Taiyuin-byo. Este mausoleo fue terminado en 1653, dos años después de la muerte del shōgun, quien es llamado Taiyuin desde su muerte. Taiyuin-byo compite en magnificiencia y riqueza con Tōshōgū, y juntos hicieron que la palabra Nikkō trascendiera en Japón como sinónimo de esplendor.
Pagoda Gojunoto
El tema impresiona con creces, este día de mayo la luz se colaba entre los árboles saludando y dando brillos especiales a las cosas…
Recobrando alientos cruzamos nuestra primera Tori con presencia de aquellos que viven para tener fé en el planeta y su contenido…
Como pequeños vagabundos ilusionados subimos más escaleras, a través del bosque, alojando ya en nuestro interior un poco de magia y dejando que aquello fuera llenando la parte de la piel hacia dentro.
Más adelante, se encuentra la puerta Niomon, flanqueada por dos estatuas de figuras Nio. La primera, tiene la boca abierta para pronunciar a, la primera letra del sánscrito; y la segunda figura tiene la boca cerrada, acabando de pronunciar un, la última letra. Tras la puerta Niomon está el segundo patio, con el establo sagrado. En el frente del establo se encuentra el famoso grabado en madera de los tres monos sabios .
Buscando, buscando, al parecer también había un gato durmiente!!! El Nemuri Neko está en un lugar precioso, con la tumba de Ieyasu al final de esas largas escaleras…
A partir de allí, se suben dos escalinatas hacia la puerta Yomeimon, que conduce al patio final y a los santuarios dedicados al shogun. Yomeimon es probablemente la edificación que tiene la decoración más elegante de todo el conjunto ; sus columnas de madera fueron talladas de arriba hacia abajo, para hacerlas imperfectas a propósito. Antes de llegar a la puerta Yomeimon, se pasa entre las torres del tambor y de la campana, las cuales albergan los instrumentos que simbolizan al nacimiento y a la muerte. El acceso a los santuarios del shogun es a través de la puerta Karamon, la más pequeña del mausoleo. En los santuarios, hay un grabado atribuido al artista Hidari Jingori La tumba de Tokugawa Ieyasu no se encuentra dentro de los santuarios, sino en una torre adyacente.
Descansamos en el patio, en el almacén de ofrendas, aquí se estila regalar sake y aceite a los templos, el cual se almacena cuidadosamente en lugares como este en el que descansábamos nosotros con absoluta calma…
Durante este día me llamó mucho al atención el tema de los deseos en el budismo tradicional japonés… aquí uno desea y lo plasma en trocitos de madera que después cuelga para que sean atendidos por los dioses. Esta es la verdadera pena de no saber leer bien!
Mucha gente elije cosas que van plasmando día a día, año a año. La gran cantidad de deseos profundos hace que se respire un aire especial…yo que estoy acostumbrada al mecanismo, sentí una especie de grito de alegria interior, en España ni se estila ni casi se comprende…me gustó mucho ver con mis ojines de bicho pequeño como se puede crear nuestro destino, materializando sueños sin pudor y confiando en lo que realmente somos por dentro.
Aquí acostumbran a tener una visión muy personal de lo que podría ser la fé. Cada uno cree en uno mismo, lo primero, lo cual hace que puedan convertirse en seres humanos lo más completos que pueden. Reconocen como templo un cedro, «ya que el cedro ha estado aquí mucho antes que yo , es el cedro el que mejor podrá comunicarse con esa parte invisible que ayuda a que mi vida sea más plena»….
Por ello, enlazan en los árboles cintas con plegarias o deseos, dejando constancia de que un único ser humano probó suerte desde dentro de su alma…
En Nikko el templo es el bosque y el agua, que equilibran el lugar dejando cada cosa en su momento, en su enclave correcto. Nosotros paseamos cuesta arriba, subiendo y bajando escaleras, sintiendo que descubríamos el lado que no conocíamos, o el lado que si esperábamos de Nihon, ese corazón que se esconde tras el mito del hormigón, los gigabytes y los millones de Yenes.
Sin duda, todos tenemos nuestros demonios, a los cuales tampoco debemos negarles su espacio…es importante que cuando esperamos lo bueno, no negemos lo malo.
A veces, también es importante que alguien salvaguarde esos límites, para eso está Nio, que es el nombre de dos iracundos y musculosos guardianes de Buda, quienes se encuentran representados en la entrada de muchos templos budistas .
Son manifestaciones de la deidad protectora Bodhisattva y forman parte del panteón Mahayana. Según la tradición japonesa, los Nio viajaron con Buda para protegerlo.
Caía la tarde y después de concluir nuestro pequeño paseo inciático regresamos al pueblo, perdiéndonos por callejuelas, hasta bajar al río de nuevo en busca de algo que dudábamos poder encontrar…
El abismo de Gamman-ga-fuchi , en el que hay un conjunto de estatuas jizo (son los protectores de los niños y de los viajeros) realmente impresionantes.
Dicen que los jizo se burlan de tí cuando intentas contarlas, dicen que… pero en este camino en mitad del bosque sientes que quizás se acierto eso de que no hay nada como alejarse para mejorar la perspectiva. La tarde seguía cayendo y estábamos absolutamente solos en mitad de un bosque japonés rodeados de estatuas sonrientes, y sin embargo, era muy cómodo el lugar, muy como estar tranquilo y en casa…
Probablemente el sitio adecuado para jurar «no perderse»…para continuar avanzando.
De aquí nos fuimos despacito, recorriendo la senda del bosque cuando ya era casi de noche, regresamos al pueblo, buscamos algún lugar donde cenar , tomarnos una sopa miso y un té calentito… (Que como era tan tarde, sólo pudimos cenar en una cadena de comida rápida, suficiente!) al final, todas las sensaciones del día hicieron que se nos olvidase que nuestra casa estaba al otro lado del río en mitad de la montaña…entonces, nos tocó adivinar que en Japón y más en lugares pequeños como este, a las 10 no hay nadie en la calle, de hecho no hay apenas luces en las calles…ahí estábamos en nuestro primer día de exploración, subiendo por el monte en noche cerrada buscando la casa torre y la chimenea encendida.
Corazón alterado y alegría infinita por dentro. Al regresar a nuestra Neko-habitación , sonrisas y miradas de pura y profunda felicidad.
Esa noche soñé con kodamas que me decían que debía escribir un cuento sobre lo que significaba saber desear y saber vivir en coherencia con la naturaleza. Hacía tiempo que no escribía ningún cuento, a la mañana siguiente me veía a mi misma relatando en un tren todo lo que en sueños me habían contado.
Cuando nos despertamos eran de nuevo las 6 de la mañana, y teníamos que viajar de nuevo, desayunamos y hablamos con el dueño de la casa que se sorprendía de nuestro siguiente destino, y de que pretendiéramos llegar a Okinawa bajando por todo Japón sin apenas poder leer el japonés.
Nos bajó a la estación en su coche, hoy nos esperaba un viaje hacia lo más profundo de japón, lo que ellos llaman los Alpes japoneses, un día más, poco sabemos sobre el destino, sólo que vamos a casa de un arquero en la profundidad de los alpes y al ladito de algo conocido como «El valle del infierno», suena realmente bizarro, pero suena bien…
Dejamos Nikko llevándonos su esencia, un trozito de «luz de sol» en el alma.
…y lo que me sugiere todo esto 3 años después…
Mi recuerdo instantáneo es de alegría, de una intensa belleza natural, el río, el puente, la montaña….los templos, el color…recogiendo hacía dentro cada uno de los detalles, una gran impresión y una sensación de sencillez, de pocas necesidades.
Calor de hogar, chimenea encendida, curiosidad, secretos…
Y unas ganas enormes de regresar!
…Nos vemos, el día 3…en casa del arquero en los Alpes!
ミ●﹏☉ミ
じゃまたね!!!
Ja, mata ne!!!
(Hasta pronto!)
6 Comments
Por las fotos el lugar parece precioso. Muy curioso los jizos.
Este sitio te encantaría, Luna!
Bosque y más bosque y un algo mágico que se adivina en cualquier parte!
Los Jizo son amigos!!
^_
… Creo que tu modo de relatar este viaje ha ganado , con el transcurso del tiempo . Ya todo forma parte de ese mundo de vivencias o recuerdos , sopesados , acariciados de tanto en tanto , con ese plus de cariño , de añoranza y hasta de respeto , por lo que sabes continua allá en aquel remoto lugar su existencia , más el propio abanico de tu madurez recientemente adquirida . … quizá triste ; pero no en vano se sufre . Besos .
Gracias!
Obviamente manejamos nuestros recuerdos, y en mi caso debo hacer alarde de ellos, mimando cada detalle!
Era un buen lugar para reposar el alma!
😉
En casa hay unas azules zapatillas … en tu habitación azul . Repito : Besines !!!! .
🙂 🙂