Temprano nos levantamos y nos dirigimos a la estación de Yudanaka, hoy nos espera un viaje mucho más largo de lo habitual, ya que por falta de comunicación desde las montañas no nos queda más remedio que volver atrás, hacia Nagano. Durante nuestra cortísima parada en Nagano, sólo reflejada en este edificio muy cercano a la estación, con esas manzanas gigantes, muy muy similares a nuestro hiperfreak Naranjito…
Aquí, en Nagano, es donde podemos tomar un Shinkansen hacía Kyoto, viaje que nos llevará casi 4 horas, pero que merece la pena por los preciosos paisajes que disfrutamos durante el camino.
Tenemos en mente llegar a Kyoto hoy día 15, porque se celebra el Aoi Matsuri:
El «Aoi Matsuri» es uno de los tres festivales más importantes de Kyoto que se celebra el 15 de mayo en el Templo Shimogamo Jinja y el Templo Kamigamo Jinja. Los otros dos festivales importantes son el festival de todos los periodos «Jidai Matsuri» y el Festival «Gion Matsuri».
Este festival se remonta a la época del reinado del emperador Kinmei ( 540-571). Cuando Japón fue azotado por malas cosechas y epidemias y el emperador envió a los templos de los dioses de Kamo los embajadores imperiales para rezar para acabar con los desastres.
Durante el periodo de Heian, «Matsuri» o «festival» significa el festival «Aoi matsuri» entre cientos de festivales que se celebraban en Kyoto.
500 personas ataviadas de elegantes vestimentas del periodo de Heian y 30 bestias entre caballos y vacas, forman un grupo de un kilómetro de cola, parten a las 10.30 horas de la Puerta Kenrei mon del Palacio Imperial de Kyoto y llegan a las 1..40 horas al Templo Shimogasmo Jinja y después de realizar varios rituales religiosos, salen de allí, y llegan al Templo Kamigamo Jinja sobre las 15.30 horas.
Cosas que pasan, llegamos a Kyoto y con la emoción y todo eso, confundimos la estación de tren, desviándonos y acabando con las mochilas y un tremendo calor callejeando, para después de preguntar en dos o tres sitios ser conscientes de que estábamos lejísimos de la guest house donde íbamos a pasar la noche, al final, tomamos un taxi, el hombre muy gracioso, se reía un montón cuando le dijimos el nombre de la casa; «Bola-Bola» (Web del Bola-Bola en inglés) , ni siquiera era capaz de pronunciarlo de las risas que le provocaba, llamó a otros taxistas para que después de 1000 vueltas y un par de rodeos nos dejase cerca del callejón donde se localizaba la casa.
Saludos, pagos y despedidas, era bastante tarde ya, y el festival probablemente ya hubiese acabado.
Entramos en el Bola bola con intensa curiosidad…
Encontramos una casita baja, muy muy cerca del barrio de Gión, con una entrada preciosa con cancilla y un ambiente de serenidad y espacio.
Nos recibió el dueño de la casa, muy agradable, hablándonos en un inglés casi perfecto (luego nos enteramos de que había viajado mucho por Australia, Usa, etc), preguntamos por el festival y ya nos quedó claro que era muy tarde, así es que nada, otro año será. Nos enseñó nuestra habitación, que daba a una terraza , era muy bonita y confortable, estilo japonés, colocamos los futones, nos dimos una ducha reponedora y ya dispuestos para salir a explorar bajamos hasta el salón de la casa…
Nos invitaron a un café con azucar de Okinawa (que rica!!!), había un montón de cositas buenas en esa cocina, todo se compartía. En la casa sólo hay 4 o 5 habitaciones, con lo que es muy muy especial. Desde el salón se sale a un jardín en la parte de atrás, pese a lo ruidoso que es Kyoto había un puro silencio, sólo cortado por el sonido del viento y la campana que estaba puesta en el marco de la puerta.
Puedo decir que este fue para mí un momento muy especial, diría que casi mágico, sólo el viento y los cascabeles, un viento que olía diferente, como a cosas nuevas, a deseos y mucha historia en el vientre de una ciudad femenina.
También había un ordenador, que usamos para contactar rápidamente , recuperar contraseñas y decir un par de «estamos muy bien».
Un poco cansados del viaje y el día anterior, nos dimos un paseo explorador por el barrio…
Kyoto es una ciudad que se extiende desde las montañas,a mi me recordó un poco a Barcelona, pero sin el mar abajo….
Kioto es la capital o Heian Kyō de Japón desde 794 hasta el desplazamiento del gobierno a Tokio en 1868 cuando tuvo lugar la Restauración Meiji. Precisamente la entonces periferia de la ciudad fue el escenario de la importante Batalla de Toba-Fushimi, que ocasionó la caída del régimen del Shogunato Tokugawa y llevó al poder al nuevo régimen de la Restauración Meiji. La ciudad, rodeada de montañas, se sitúa en la parte centro-occidental de la isla de Honshu.
Aunque las evidencias arqueológicas sitúan al primer asentamiento humano en las islas japonesas aproximadamente en el año 10.000 a. C., el área de Kioto no fue poblada hasta el siglo VII por el clan Hata por Corea. Durante el siglo VIII, debido al poder que tenían los clérigos budistas en los asuntos del gobierno imperial, el emperador decidió trasladar la capital a una región lejana de la influencia budista.
Después de que Edo fuera renombrada a Tōkyō (Capital del Este), Kioto fue conocida durante un corto periodo como Saikyō (西京) (Capital del Oeste).
Debido al gran patrimonio cultural de Kioto, la ciudad no fue bombardeada durante la segunda guerra mundial. Hoy en día, es la única gran ciudad de Japón que aún conserva numerosos edificios de preguerra, aunque la modernización supone la demolición progresiva del Kioto tradicional, que está siendo sustituido por nuevos estilos arquitectónicos, como el polémico complejo de la estación de Kioto. La Unesco ha declarado patrimonio de la humanidad 13 templos budistas, tres santuarios sintoístas y la fortaleza de Nijo, edificados o remodelados en los casi tres siglos de paz transcurridos hasta la restauración Meiji (1868), cuando la capital imperial se trasladó definitivamente a Tokio.
El año 1997 Kioto fue conocida por ser la sede de la redacción del más importante tratado hasta la fecha sobre el cambio climático, el Protocolo de Kioto.
Nuestro barrio está en la parte oeste de la ciudad, muy cerquita de las montañas y Arashiyama. Es un barrio tranquilo pero repleto de coches, de vida, de tranvías, trenes, bicis…Sus calles huelen a antiguo, a tiempos que se guardan en el bolsillo del mandil, como cada día, el frutero saca las mejores piezas…todo tenía una pinta buenísima…
Calles y callejones sin salida, vueltas alrededor y hacia lo lejos, tratando de llegar hasta los callejones más pequeños de Gión…
En el paseo, estos carteles, que ya durante lo poco que llevamos en Japón me resultan inquietantes, mis interpretaciones eran también curiosas, para mí claramente aquí pone: «los gatos deben dormir en sus casas, no molestéis a los gatitos que duermen» ^_
Con sonrisa seguimos avanzando y alehop! otro más:
Mi traducción será algo así como: «mirad, gatines, aquí pone que tenéis que cruzar la calle siempre mirando hacia ambos lados cuando vayáis al «nekocole»…bueno, más o menos… ^_
Con un poco de mosqueo por no saber leer bien kanjis nos perdemos entre las callejuelas del barrio, sin buscar nada y dejando que la tarde cayese, muy lenta y suave. En la palidez del cielo, un viento suave y cálido, con olor a Pacífico que aún no habíamos ni siquiera visto…A 18mil km de casa encontramos una construcción curiosa, realmente sigo pensando que los conocimientos se dan a la par, a veces sin que los rasgos culturales involucrados en la evolución de una sociedad influyan en lo básico. Esta entrada a una casa es temporal a las que hay en los Ancares…
Y fue cayendo la noche, o más bien de repente se hizo de noche, pasando del blanco al negro en cuestión de minutos, buscamos un lugar para cenar, de camino, más curiosidades…
Esto es una farmacia Japonesa, o bueno, algo similar, Aquí venden de todo, desde champús hasta insecticidas, parancetamol, ibuprofeno….y apenas ningún tipo de medicamento occidental.
Dadas las circunstancias, dimos otro paseo nocturno, buscando en lo que debería ser un barrio de Gheisas , más bien el ambiente era de Barrio rojo holandés, absoluto silencio, y apenas nadie en las calles, por supuesto, ni Gueisas ni Maikos…
Encontramos algún local que nos parecía interesante, cruzamos la calle para acercarnos, puerta cerrada, al menos para nosotros.
Dice la Wikipedia que Las geishas modernas aún viven en tradicionales casas de geisha llamadas okiya en áreas denominadas hanamachi (花街 ‘calle de flores’), generalmente durante su aprendizaje, pero muchas geishas experimentadas eligen vivir en sus propios apartamentos. La elegante y alta cultura en la que viven las geishas se llama karyūkai (花柳界 ‘el mundo de las flores y sauces’).
Las jóvenes con aspiraciones a geisha comienzan su entrenamiento después de completar los primeros años de secundaria o incluso en secundaria o estudios superiores, empezando su carrera en la adultez.
La ciudad de Kioto mantiene fuerte la tradición de las geishas, y dos de los más prestigiosos y tradicionales distritos de geishas, Gion y Pontochō, están en esa ciudad. Las geishas de estos distritos son conocidas como geiko. Los hanamachi de Tokio, Shimbashi, Asakusa y Kagurazaka son también bastante conocidos.
En el Japón moderno, las geishas y maiko son bastante inusuales. En los años 1920 había alrededor de 80.000 geishas en Japón, pero hoy en día hay aproximadamente 1.000. De todas maneras, en el distrito Gion de Kioto, los visitantes pueden observar algunas maiko por las calles yendo o regresando de una cita.
Una economía ralentizada, pocos intereses en las artes tradicionales, la inescrutable naturaleza del mundo de las flores y sauces, y el costo de este servicio han contribuido en que la tradición decline.
Las geishas son contratadas para asistir a fiestas y encuentros, tradicionalmente en casas de té (茶屋, chaya) o tradicionales restaurantes japoneses riotei (料亭, ryōtei). Su tiempo es medido según lo que se demora en consumirse un palo de incienso (llamado senkodai (線香代, ‘senkōdai’) o ‘palo de incienso tarifario’) o gyokudai (玉代, gyokudai) (‘joya tarifaria’). Otro término para trazar la tarifa es ohana (flores tarifarias). El cliente hace el convenio a través del sindicato de geishas (検番 kenban), que mantiene el horario de cada geisha y hace sus citas de entretenimiento o entrenamiento.
Aún existe cierta confusión, especialmente fuera de Japón, sobre la naturaleza de la profesión de las geishas. Este tema se ha complicado debido a las prostitutas japonesas denominadas oiran, particularmente en onsen, que quieren aprovechar el prestigio de las geishas promocionándose de esa forma ante los turistas (japoneses y extranjeros).
Tradicionalmente, la geisha debe mantenerse soltera (o retirarse después del matrimonio), aunque no es poco común que tengan hijos. Mientras que los compromisos generalmente incluyen coquetear e incluso bromas sugerentes (no obstante codificados en maneras tradicionales), nunca incluyen actividad sexual, y una geisha no es pagada por sexo, aunque algunas pueden elegir tener una relación que incluya el sexo con algún cliente fuera de su rol como tal. Y debido a que estas relaciones están vinculadas con la capacidad del cliente de pagar por los servicios tradicionales, el argumento puede ser que es simplemente una manera complicada de prostitución.
Fue tradicional para las geishas tener un danna, o cliente habitual. Un danna era generalmente un hombre adinerado, algunas veces casado, que tenía recursos para financiar los costos del entrenamiento tradicional de la geisha y otros gastos considerables.
Aunque una geisha y su danna podrían estar enamorados, la relación está sujeta a la capacidad del danna de entregar algún aporte financiero. Los valores y convenios ligados a este tipo de relaciones no son bien comprendidas, incluso entre los japoneses.
Se especula sobre la venta de la virginidad de las geishas y de su cuerpo a un solo cliente (hasta que el danna se cansara y entonces se buscaría otro), algo que era usual. La publicación de la novela Memorias de una geisha generó gran polémica sobre este tema, normalmente acallado y negado por las novelas y los escritores románticos.
Realmente después de caminar bastante y no encontrar ni un alma en la calle, comenzamos a pensar que realmente no era el lugar adecuado, y nuestro barrio, estaba más bien a las afueras de Gión, donde la tradición se convierte muy posiblemente en algo mucho más mundano.
Confirmamos con este cartel luminoso…
Un poco triste pensé que volvería a Kyoto con más tiempo, las fechas hicieron que no hubiese disponibilidad en el Bola Bola para poder quedarnos más días, con lo que mañana por la noche, nos tocaba viajar hacia Osaka, donde hemos cogido un hotel para 3 días, y desde donde queremos movernos.
Un poco cansados, regresamos a la casa entre calles y callejuelas de nuevo. Digamos que la llegada a Kyoto ha sido un cúmulo de sensaciones que aún hoy, me cuesta describir, y sin embargo tengo claro que la próxima vez estaremos muchos más días en la capital de Kansai.
De hecho, ya pienso seriamente en elegir Kyoto como lugar para pasar el próximo año en Japón!
Rumbo a nuestros futones, la puerta de la casa estaba iluminada, como una guía Ultreia, como debe ser! pequeños detalles que confirman el regalo tan hermoso que significa este viaje a Oriente.
…Y poco más, con el jet lag ya olvidado dormimos con sueños dulces y paz absoluta entre una ciudad que habla de magia y de espíritu en calma.
Sueños pequeños y grandes, emulando lo que ya una vez fue visto y tantas veces imaginado, la música? esta es:
4 Comments
Precioso el alojamiento!!! Pero en vaya barrios vais a pasear jejejejeje
Si, era muy bonito y tradicional! El barrio no era nada peligroso, creo que también habrías disfrutado del paseo! 🙂
Interesante lo de los cartelitos….
jajajajajja, si!