Viaje a Marruecos: Parte 1: Marrakech-Essaouira

Y el viaje comenzó con un tren rumbo Madrid, con una cena en el Donzoko y con ganas de cambiar de continente.

Un vuelo cortito que se agradece, y en menos de 2 horas aterrizamos en Marrakech. Nos recibe el viento, y algunos problemas con el coche de alquiler que habíamos reservado, lo de las 7 plazas era relativo, para hacer un viaje de tantos Km sencillamente no era viable, asi que, tarde de renegociaciones, al final tuvimos que irnos a Marrakech, y cambiar por 2 coches…Nuestra idea de llegar pronto a Essaouira y no pasar por Marrakech se vió truncada. Sin embargo,a  eso de las 7 salíamos de la ciudad rumbo al Atlántico…carretera que une pueblos y en la que hay cientos de tienditas que exponen todo tipo de cosas al viajero…

En nuestro avance, la puesta de sol, tremendamente hermosa y ámplia…

Como caía la noche y aún quedaban unos cuantos kilómetros para llegar, paramos en uno de esos pueblos de la carretera a cenar, nuestra primera cena de cordero!!! Risas y sonrisas, para seguir viaje con paradas obligadas bajo la bóveda estelar impresionante de Marruecos.

Essaouira de día y con lluvia, callejeo obligado a pesar del mal tiempo. Una ciudad anclada en un tiempo que ya fué y que se revive en cada uno de sus callejones, edificios y pasadizos.

Con rincones sorprendentes que albergan sonrisas…

Un callejeo por la medina en el que se respiran tiempos anteriores, piedra sobre piedra y tras varias capas de cal y pintura.

La lluvia que no cesaba nos obligó a tener que comprar paraguas en uno de los lugares de Marruecos donde supuestamente sólo llueve 20 o 30 días al año! Misión un poco complicada, al final consguimos uno de spiderman y otro de segunda mano, nuestro paseo pudo continuar, en la calle del zoco.

Frente a los puestos de carne (pollo y pavo básicamente) unos cuantos gatines esperaban con enorme paciencia su turno, un trozo de piel, algun resto, como público fiel y ensimismado.

Aprovechando la luz recorremos la ciudad extra muros.

La historia de Essaouira se remonta al siglo VIII antes de J.C. Los Fenicios hacían escala en la Isla Mogador a su paso para el Ecuador. Juba II, rey de Mauritania instaló en los años precendetes una fabrica de purpurina, muy apreciada por los romanos; En los siglos venideros es ocupada por los Portugueses y los sultanes Sauditas. Pero el verdadero fundador de Essaouira fue sin duda el sultán Sidi Mohamen Ben Abdallah quien en 1.780 confió el trazado de la ciudad al arquitecto Teodoro Conut (alumno de Vauban) .

Essaouira (antiguamente Mogador) se convierte en el puerto de Tumbuctu, se intercambian productos fabricados en Europa por oro, sal, azúcar…etc….plumas de avestruz.

La ciudad es blanca y azul, esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, mantiene el encanto y la autenticidad de una tierra perdida en el tiempo. Aquí es donde termina el Mediterráneo: la última fortificación amurallada en las orillas atlánticas, cuyas casas parecen clonadas con los “pueblos blancos” de Andalucía.

La influencia francesa se abre paso en algunos de los edificios que hace años debían brillar con el blanco, farmacia occidental en mitad del pueblo con sus propios remedios naturales.

Y los gatos, que son dueños y señores, lores de esta tierra, reposando una vida.

En la parte del puerto, se recogen percebes, que al parecer no son muy valorados aquí y que luego encontraremos en las pescaderías de algunas grandes superficies francesas. La cantidad recogida en una mañana es enorme, comparado con el trabajo de las percebeiras gallegas.

El Atlántico imponente va tiñendo de verde la ciudad que se acerca al mar, que se asoma a su borde de espuma.

Callejeando de nuevo, nuestra primera comida en condiciones, nuestro primer Tajine de pollo, limones encurtidos y olivas, muy típico de Essaouira!

Tras la comida, paseo de regreso con caja de pasteles bajo el brazo…curiosidades del camino.

Como hacía sol nos fuimos de exploración hacia  Sidi Kaouki, a 27 kilómetros de Essaouira.

Playa de surf y arena fina que se extiende a lo largo de varios kilómetros y en la que fuimos acompañados por camellos al principio de nuestro paseo.

Como no teníamos intención de utilizar este método de transporte, :p se fueron por donde habían venido, con el mismo paso lento y pausado.

Relax al sol, algún baño decidido en el Atlántico y una perrina que decidió seguir nuestros pasos y descansar a nuestro lado (hasta que me percaté de las enormes garrapatas que portaba)…

Para completar la tarde, tormenta por sorpresa, carreras hacia los coches, cambio de planes…unas cervezas frente al mar y una noche para perderse de nuevo en  los callejones, para culminar con deliciosa cena, una de las mejores del viaje, pequeños regalos que ofrece la ciudad.

Essaouira es la calma y el reposo, uno de los lugares que más me han gustado del viaje!