Quizás he tardado demasiado tiempo en escribir este post, que corresponde al último viaje a Londres el 1 de septiembre. Pero es que para qué iba a hacer un post vago sobre un viaje a Londres cuando iba a vivir en Londres durante los próximos meses? ^^
Como siempre los ajustes se realizan en función del tiempo que pasa a su manera y la vida que coloca y recoloca cada cosa en su lugar.
Hoy, un mes después ya sé que no pasaré el invierno en Londres y no es una cosa que me alegre, pero es como han ido viniendo las cosas, no me queda más que aceptar y recordar con ojo vidrioso las decenas de veces que dije «no, da igual, como dentro de un mes vamos a estar aquí…mejor vamos entonces».
Quizás fue esa tranquilidad de saberme allí la que me hizo no preocuparme en absoluto por la ciudad, que dos de mis muy mejores amigas vivan allí ahora añadió el punto de inflexión y viajar con mi preciosa Curlyta» fue el aliciente necesario.
Nos dedicamos a no hacer nada en absoluto.
Nada más llegar tuvimos la oportunidad de saber lo que se siente cuando te estás tomando una pinta y alguien decide llevarse tu tablet y tu movil. Nada, el estrés justo debido, es probable, a la confianza y despreocupación de este viaje.
Los días en Londres vinieron con un sol deslumbrante, calor y veranito anodino, parques, bagels en Hyde park, las biciletas azules, siesta en Bricklane con comidita de campo y mucho Lassi…remansos de paz.
La artífice del viaje, la que avisó un par de semanas antes de que teníamos que poner la mente al sol!
Siestas y lecturas despreocupadas.
La sonrisa que me acompaña desde hace…27 o 28 años? ^^
Y los equilibrios de mi amiga colonizadora, que descansa alas ahora posada en la ciudad de la Fog.
Londres con sus brillos y sombras, lugares por los que pasas con excusas, en este caso, un hotel low cost cercano y las ganas de ir al centro andando.
Geometrías imposibles, puntiagudas miradas.
Equilibrio al fin y al cabo.
Una red que sustenta grandes estructuras, y que va cableando acciones, días que pasan.
Escudriñando el rayo de sol tras el hormigon.
Pompas de jabón en días cortos y cortos paseos por los lugares de siempre.
Porque Candem siempre es igual y se hablá en español, merece la pena perseguir la pompa.
Mientras improbisamos el camino de regreso a casa, otros van dibujando la ciudad, en las sombras de Waterloo.
Para concluir los paseos en la parte roja, y probar aquí y allá, despreocupados.
Alguien tiene que hacer el trabajo nocturno, de colocar el atrezzo.
Mientras la ciudad continúa a su ritmo, en pequeños pedacitos de colores. Creando un escenario que luego recorreremos.
Días de paz y sonrisas, como cuando no esperas nada. El brillo inusitado de lo casual. Una semana en Londres muy «de andar por casa».
2 Comments
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Jo! Cómo me encanta Londres y qué ganas más enormes tengo de volver otra vez… 😀 Voy a tener que buscarme una excusa jajajajaj
Por cierto, me encanta la última foto! 😉