Mayo 2007 – Día 3 y 4.
Bajando, bajando, un camino en mitad del bosque…decidimos regresar caminando hasta Yudanaka por las montañas… El camino parecía albergar un muy buen recorrido…
Y bueno, todo es dejarse llevar y mimetizarse un poco con el espacio en el que en estos momentos existíamos, sin comprender del todo la cultura japonesa una decide dejarse llevar por lo que tiene interiorizado, ya sea de épocas anteriores o como podrían señalar los más racionales de la propia imaginación.
Tras años de lecturas silenciosas hoy encuentro tremendamente emocionante encontrar una pequeña Tori en el bosque…
En Japón hay bosques encantados y flores maravillosas por todas partes. También muchas fuentes termales.
Una de las religiones predominantes es el Shintoismo, Según esta religión, todo es de origen divino. Por eso se trata con respeto religioso al sol, a la luna, los montes, el mar, las cascadas, los ríos, bosques, animales, flores, etc… Los montes y los bosques están llenos de pequeños templos: Japón es un gran santuario lleno de altares. Deifican al emperador, a los hombres célebres, a los antepasados. El Shintoismo se mezcló, finalmente, con el Budismo importado de China.
El resto de la bajada transcurrió en el bosque rodeados de pura magia y tranquilidad, de pequeños tesoros y rayos de sol cruzando la espesura verde que hacía de techo.
Encontramos casi ya abajo un templo budista. En mayo, en esta zona de Japón florecen los árboles de melocotón; Momo (la época de floración de los cerezos ya pasó), pero se nos regala un poco de esta belleza que cubre con suaves tonos pastel una tierra que despierta a la primavera tardía de la montaña…
Es muy habitual que se utilicen cuentos para explicar determinadas historias del folklore a los niños japoneses, aquí pongo uno relacionado con el coraje infantil y también con el árbol de melocotón, dulce y fuerte a la vez….
«Un anciano nipón y su esposa, que vivían entristecidos porque nunca habían tenido hijos, se vieron sorprendidos al encontrar, en el río, un melocotón gigante. Cuando estaban a punto de partirlo, el melocotón se abrió y salió un hermoso bebé, al que llamaron Momotaro, momo (桃, melocotón)+tarō (nombre masculino común).Pero por aquel entonces había por la zona una banda de ladrones que tenía aterrorizados a los campesinos. Por eso, en cuanto Momotaro cumplió ocho años se armó con tres espadas y en su camino se encuentra con varios animales, un faisán, un perro y un mono que gracias a la generosidad que muestra el muchacho con ellos, se le unen en su travesía para luchar contra los ladrones. Se escondió dentro del castillo donde los bandidos habían guardado los tesoros robados, y cuando éstos entraron, los escuderos de Momotaro se abalanzaron sobre ellos propinándoles tales picotazos y muerdos que les dejaron tan doloridos y ensangrentados que no sabían dónde meterse. Cuando creían que todo había acabado, Momotaro desenvainó sus espadas y les amenazó de muerte. Los ladrones le suplicaron piedad a cambio de devolver el botín a los campesinos y de la promesa de no volver nunca más a robar. Momotaro volvió con sus padres y vivieron felices.
A veces hay que armarse de valor y luchar por nuestras ideas y contra lo que no nos gusta. ¡Merece la pena intentarlo!»
Rodeando el Momo, encontramos el templo, silencioso, como ausente del mundo…
No había ni una sola persona en los alrededores, y presuponíamos que era hora de meditación o estudio, entramos en el recinto del templo y observamos como la presencia de los que ahora vuelan con la mente se hacía palpable…
El desayuno se había servido hacía horas y las teteras ya estaban perfectamente limpias y ordenadas para el resto del día…
También se había cuidado y regado el jardín y la huerta…
Vereda abajo, encontramos otro pequeño altar, son muy curiosos y suelen llamar la atención, cada uno de ellos es independiente, con elementos propios y muy personales del que ha decidido construirlo.
Entramos al pueblo por un camino que salía del bosque, arriba de unas escaleras empinadísimas había otro templo, por lo poco que sé y no estoy segura de si esto es posible, parecía un templo jainista, o al menos en este lugar se reflexionaba sobre la importancia de los animales. Rodeado de pequeñas tumbas de perros y gatos y regentado por una mujer monje.
Sin duda un buen lugar para descansar una vida de 4 patitas.
Calle abajo, el pueblo se iba formando en curvas y senderos. En una de las casas «Koinoboris» aún presentes desde la celebración del día del niño; Kodomo no hi
Desde que llegamos a Japón hemos intentado conocer la historia de esta tradición, y fue el arquero el que nos la contó…es más o menos así:
Es una de las celebraciones más importantes para los japoneses ya que se agasaja a los niños y se alaban las virtudes que les servirán para encarar la vida.
Originalmente, el Kodomo no hi era denominado Tango no Sekku, y se cree que puede haber sido un festival chino; pero también hay teorías de que esta fiesta tiene como origen fechas importantes dentro de la historia de Japón, por ejemplo el 5 de mayo se conmemora la defensa ante los ataques mongoles; y también es el día en que se celebra la unificación de Japón en el siglo XIV realizada por el shogun Ashikaga Takauji.
Como muchas de las tradiciones japonesas, esta fiesta también está acompañada de símbolos. Por ejemplo, se acostumbra que todas las casas se adornen con banderas en forma de pez carpa o koinobori, decoradas con brillantes colores, una por cada miembro de la familia.
El origen de esta práctica aparentemente se remonta hasta el período Edo (1600-1868), en donde las familias con niños menores de 7 años adornaban sus casas con una bandera con el emblema familiar, siendo reemplazadas posteriormente por los koinobori, que son banderas tradicionales japonesas con forma de pez carpa que de izan en cada casa. El pez negro que esta en la parte superior representa al padre y van sucediendo un pez por cada hijo, siendo el tamaño lo que represente la edad de cada hijo, y son de diferentes colores, lo que los hace más vistosos.
El uso del koinobori en esta fiesta, se debe a que para los japoneses representa el esfuerzo y la perseverancia, ya que este pez lucha contra la corriente de los ríos y pequeñas cascadas. De la misma manera, se espera que los niños tengan estas mismas virtudes, y que superen exitosamente las dificultades de su vida futura.
Además de las banderas de los koinobori, también se acostumbra que las familias con niños exhiban reproducciones de la vestimenta militar samurai o del casco tradicional japonés, el kabuto, por ser un símbolo de un niño varón fuerte y saludable.
(Cuando llegamos a Miyazaki y gracias a Fuji-ito, encontramos un taller artesanal donde un chico fabricaba las Koinoboris y pudimos traérnoslas de vuelta.) ^_
Continuamos pueblo abajo…
Shibu está repleto de baños públicos como este, y también privados claro, los baños son de hombres o mujeres, pero no mixtos. El agua de estos onsen es muy famosa para tratar diversas enfermedades por la gran cantidad de sulfuro que contiene.
Dudamos si meternos o no en uno de ellos, pero el calor del día no invitaba en esos momentos a pasar….
En Shibu y Yudanaka el agua termal se utiliza no sólo para los ofuros de las casas si no también para cocer alimentos, estos huevos estaban cociéndose en la calle, delante de la puerta de una casa…
Y a unos metros, la madre que los puso…
Nunca habíamos visto una gallina japonesa , en lugar de plumas parece que tienen pelo, por lo demás yo diría que el bicho y su comportamiento es muy similar al de sus primos occidentales…
Camino abajo de nuevo y totalmente cansados después de los más de 15 km entre subidas y bajadas por el bosque buscamos un lugar para comer, de nuevo bajo la bendición del arquero fuimos a un restaurante tradicional japonés donde nos disponíamos a tomar nuestro primer sushi desde que aterrizamos en Japón hace ya 4 días.
Una vez más, estábamos solos en el comedor, el cocinero y su esposa nos recibieron muy afables y dispuestos a complacer nuestras hambrientas personas…
Como sucedió anoche nos hablan como si supiésemos japonés, nosotros reímos y yo intento unir 1 sola frase «o-cha o kudasai » y el té se dispuso en nuestra mesa. Tras disculparnos por no poder hablar correctamente con ellos en su idioma, todos hicimos un esfuerzo por comprendernos usando el buen recurso de las sonrisas, finalmente y gracias a unas maquetas de shusi pudimos entender qué era exactamente lo que íbamos a comer.
Durante la espera, el cocinero intentó ayudarnos de nuevo con el idioma, tras mi enorme error al confundir sin sentido «baño» con «lavabo», sonrisas de nuevo por su parte…
Esperamos en la mesa, agradeciendo que esta fuera de las que tienen hueco para poder sentarse al modo occidental, ya que a estas horas nos dolía un poco el cuerpo como para no intentar descansar a gusto.
Al fin llegó, recién preparado:
¿Qué puedo decir?…simplemente delicioso, fresco, estupendo, riquísimo… pedimos dos platos, acompañados de sopa de pescado también deliciosa y té, todo por menos de 6 €.
Al acabar sonreíamos mucho y el cocinero se mostraba orgulloso de su labor, Ka se decidió a decir su primera frase en japonés y pidió la cuenta con absoluta maestría, el cocinero se reía de nuevo mientras asentía aprobando en esta ocasión nuestra pobre palabrería. Saludos de nuevo y nuestro más sincero agradecimiento «gochiso-sama deshita«(ha sido un auténtico placer), en sitios tradicionales como este y en pueblos pequeños se valoran estos detalles, y bueno, a nosotros no nos cuesta nada intentarlo…
Rumbo a casa del arquero, teníamos pensado descansar toda la tarde y poner una lavadora, ya que metimos muy poca ropa en las mochilas, bajamos al Uotoshi Ryokan de nuevo , que estaba en pura calma a estas horas…
Encontramos al arquero paseando con su perro, le contamos un poco como había ido el día, y nos dirigimos a colgar unas cuerdas que traíamos en la parte de atrás de la casa y a tener lo que iba a ser nuestra primera experiencia con una lavadora japonesa, jeje…
La cosa fue relativamente bien, basándonos más en el «ensayo-error» que en la lectura de los kanjis …mientras acababa , decidimos darnos un baño en el onsen que nos sentó maravillosamente bien y mitigó el dolor de piernas y espalda…
Al salir, colgamos las yukatas y nos preparamos un té en nuestra habitación, junto con dos mochis que nos habían dejado esa mañana:
Salimos de nuevo y preparamos el tendal con la ropa, un ratito al sol del fin de la tarde y una siesta para recuperar fuerzas para lo que queda de viaje…
En un sitio como este valoras el silencio y la tranquilidad, a pesar de que el jet lag continuaba haciendo de las suyas a ratos, nuestros cuerpos se iban adaptando a estar casi en el otro extremo del planeta.
En nuestro último día en Yudanaka habíamos concertado con el arquero una cena japonesa tradicional Kaiseki, algo así como comida casera. A las 7:30 estaba preparada, aunque llevaban media tarde, su madre y otra mujer haciendo las exquisiteces que más tarde nos ofrecerían.
El comedor estaba dispuesto sólo para nosotros, nuestra sorpresa fue muy grande cuando vimos lo que habían preparado, no nos esperábamos algo así!
Había de todo, sopa Misho, arroz, Tempuras, pescado asado, sushi, ensaladas….y por supuesto estaba todo delicioso. Nos mostramos muy agradecidos de nuevo por el esfuerzo que habían hecho, ya que éramos los únicos huéspedes del Ryokan…Desde esta cena, no volvimos a tener ninguna comida casera tan auténtica en el resto del viaje. Es por ello, que merece la pena visitar los lugares menos conocidos de Japón, donde realmente respiras lo que son y han sido, y donde puedes aprender aún más sobre lo que serán en un futuro.
Poco quedaba ya de Yudanaka, nos fuimos a dormir muy a gusto, al día siguiente nos esperaba un viaje un poco largo, queríamos llegar a Kyoto para el festival, con lo que teníamos que deshacer el camino, volver a Nagano y cogernos un Shinkansen hasta Kyoto, lo que suponía unas 3 h de viaje…
A la mañana siguiente cuando nos íbamos, también iban los niños del pueblo a la escuela, cruzamos juntos el puente sobre el río…
Con la sensación de haber crecido un poco, y de haber tenido una escuela magnífica, con un excelente trato tanto por parte de los humanos, como de los animales y los bosques.
Este es sin duda, uno de los lugares que más nos han gustado de Japón…ahora ya pies en la inmensidad y ajetreo de Kyoto…
Rumbo al sur con el alma en calma…
shizukesa ya
iwa ni shimiiru
semi no koe
Serenidad.
Se incrustan en las rocas
chirrídos de chicharras.
2 Comments
La comida tenia una pinta estupenda. Lo de la lavadora jajajaja no sabría muy bien ni donde meter la ropa. Vayas donde vayas los pueblinos son lo mejor del lugar en todos los sentidos…
Si que tenía buena pinta y mejor sabor! Fue una pasada de cena!
La lavadora, en fin, sólo tardamos como 15 o 20 minutos en comprender el sistema, pero nada, al final ropita limpia para seguir el camino!
Los pueblos son lo mejor, sin duda! Cada lugar tiene sus cosas, peor la verdad es que tengo casi mejores recuerdos de esta zona que de las grandes ciudades!
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